viernes, 27 de julio de 2012

Cambiar la mente implica una mirada nueva sobre la Tierra



Cambiar la mente implica una mirada nueva sobre la Tierra →
El imposible pacto entre el lobo y el cordero.
Post Festum, podemos decir: el documento final de la Río+20 presenta un generoso menú de sugerencias y propuestas sin ninguna obligatoriedad con una dosis de buena voluntad conmovedora, pero con una ingenuidad analítica espantosa, diría que hasta lamentable. No es una brújula que apunta hacia «el futuro que queremos», sino en dirección a un abismo.

Tal fallido resultado se debe a la creencia casi religiosa de que la solución a la actual crisis sistémica se encuentra en el veneno que la produjo: en la economía. No se trata de la economía en un sentido transcendental, es decir, como aquella instancia -poco importan los modos- que garantiza las bases materiales de la vida, sino de la economía categorial, la realmente existente, la que en los últimos tiempos, ha dado un golpe a todas las otras instancias (a la política, a la cultura y a la ética) y se ha instalado, soberana, como el único motor que hace andar a la sociedad. Es la «Gran Transformación» que ya en 1944 el economista húngaro-norteamericano Karl Polanyi denunciaba enérgicamente.
Este tipo de economía cubre todos los espacios de la vida, se propone acumular riqueza a más no poder, sacando de todos los ecosistemas, hasta agotarlos, todo lo que sea comercializable y consumible, rigiéndose por la más feroz competitividad. Esta lógica ha desequilibrado todas las relaciones con la Tierra y entre los seres humanos.
Frente a este caos, Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas no se cansa de repetir en la apertura de las Conferencias: estamos ante de las últimas oportunidades de salvarnos que tenemos.
En 2011 en Davos declaró enfáticamente ante los «señores del dinero y de la guerra económica»: «El actual modelo económico mundial es un pacto de suicidio global». Albert Jacquard, conocido genetista francés, tituló así uno de sus últimos libros: ¿Ha empezado la cuenta atrás? (2009). Los que deciden no prestan la más mínima atención a las alertas de la comunidad científica mundial.
Nunca se vio tamaño distanciamiento entre ciencia y política ni tampoco entre ética y economía como actualmente.
Esto me remite al comentario cínico de Napoleón después de la batalla de Eylau al ver miles de soldados muertos sobre la nieve: «Una noche de París compensará todo esto». Ellos siguen recitando el credo: un poco más de lo mismo, de economía, y saldremos de la crisis. ¿Es posible el pacto entre el cordero (ecología) y el lobo (economía)? Todo indica que es imposible.
Pueden añadírsele los adjetivos que se quiera a este tipo de economía vigente: sostenible, verde… y otros, que no le cambiarán su naturaleza. Imaginan que limar los dientes al lobo le quita la ferocidad, cuando ésta reside no en los dientes sino en su naturaleza. La naturaleza de esta economía es querer crecer siempre, aun a costa de la devastación del sistema-naturaleza y del sistema-vida. No crecer sería dictar la propia muerte.
Pero sucede que la Tierra ya no aguanta más este asalto sistemático a sus bienes y servicios. Añádase a esto, la injusticia social, tan grave como la injusticia ecológica. Un rico medio consume 16 veces más que un pobre medio. Y un africano tiene treinta años menos de expectativa de vida que un europeo (Jaquard, 28).
Frente a tales crímenes ¿cómo no indignarse y no exigir un cambio de rumbo? La Carta de la Tierra nos ofrece una dirección segura: «Como nunca antes en la historia, el destino común nos convoca a buscar un nuevo comienzo, que requiere un cambio de mente y de corazón, un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad universal… para alcanzar un modo sostenible de vida a nivel local, regional y global» (final).
Cambiar la mente implica una mirada nueva sobre la Tierra, no como un «mundo-máquina» sino como un organismo vivo, la Tierra-madre a quien se le debe respeto y cuidado.
Cambiar el corazón significa superar la dictadura de la razón científico-técnica y recuperar la razón sensible en la que reside el sentimiento profundo, la pasión por el cambio y el amor y el respeto a todo lo que existe y vive. En lugar de la competencia, vivir la interdependencia global, otro nombre para la cooperación; y en lugar de la indiferencia, la responsabilidad universal, o sea, la decisión de enfrentar juntos el peligro global.
Valen las palabras del Nazareno: «Si no os convertís, todos pereceréis» (Lc 13,5).
Leonardo Boff
Teólogo, filósofo y escritor

Pregunta a Buda sobre la humanidad



Pregunta a Buda sobre la humanidad → buda mensajes positivos 300x270
Una vez le preguntaron a Buda qué era lo que a él más le sorprendía de la humanidad.

Y Buda respondió:
“Los hombres, que pierden la salud para juntar dinero, y luego pierden el dinero para recuperar la salud; y que por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente de tal forma, que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro, viven como si nunca fuesen a morir, y mueren como si nunca hubiesen vivido”.

NO HAY QUE INVENTAR NADA NUEVO SINO DESEMPOLVAR LOS VIEJOS VALORES


No hay que inventar nada nuevo sino desempolvar los viejos valores

No hay que inventar nada nuevo sino desempolvar los viejos valores →
Profesores proponen los valores clásicos contra la crisis moral.
“Dicen que soy buena persona para desprestigiarme”. Victoria Camps, catedrática de Ética, citaba un chiste de El Roto durante la conferencia que impartió recientemente sobre los valores después de la crisis en la que retrató una sociedad atomizada, sin cohesión y sin visión del bien común. “Valores”. La palabra suena por todas partes en estos tiempos difíciles pero esto no quiere decir que esté llena de contenido.

El desastre económico no es ajeno, según coinciden los expertos, a la crisis ética que arrancó en los años ochenta. La cuestión ahora es si empieza a haber respuestas al “vacío moral” que denunciaba Camps.
El punto de partida, según el análisis que realizan los profesores universitarios consultados, es que no hay que inventar nada nuevo sino desempolvar los viejos valores –entendidos en un abanico muy amplio– abandonados en los trasteros durante décadas. “Sí que observo una resensibilización, cuestiones como la solidaridad, la justicia y la democracia han vuelto a la palestra, son los viejos valores que regresan”, señala Norbert Bilbeny, catedrático de Ética (Universitat de Barcelona). Bilbeny considera que con el reaganismo y el thatcherismo se inició un proceso de individualización masiva, el paso de la economía a lo que califica como “egonomía”.
Esta mirada hacia atrás, hacia los clásicos, es la que propugna Victoria Camps (Universitat Autònoma de Barcelona), en un reivindicación de la esencia de la ética.
“Lo que necesitamos son valores éticos prioritarios, hay valores sociales, económicos, deportivos… pero lo principal son los éticos”, señalaba en un acto de la Diputación de Barcelona. Desde los griegos, explicaba, está todo inventado, “es la ética de las virtudes”, que hacen referencia a la excelencia de la persona.
Pero antes de proseguir con la definición de las virtudes, Camps también relaciona crisis económica y crisis moral al entender que el pensamiento liberal y neoliberal ha ido acompañado de un dejar hacer que ha acentuado lo que “nunca” debe ser prioritario: egoísmo, consumismo, individualismo, corporativismo…
La enfatización de estos “ismos” ha hecho que se diluya la idea del “bien común”, entendida como el interés general que beneficia a todos y especialmente a los más débiles.
Pero no todo es mirar hacia los demás y buscar chivos expiatorios. Hay coincidencia a la hora de señalar que para salir del erial definido la sociedad, cada uno, debe saber que es responsable del futuro, de su futuro, aunque la gente esté harta, con razón, de las clases dirigentes. “Todos tenemos la sensación de que en muchos aspectos hemos hecho trampas. En el ámbito del sistema democrático, de las empresas y también de las personas individualmente, a las que nos ha faltado contención”, indica Àngel Castiñeira, director de la cátedra de Liderazgos y Gobernanza Democrática (Esade).
Más allá del diagnóstico, la cuestión es así desempolvar y redimensionar algunos conceptos, según señalan los profesores consultados, sin caer en moralismos y entendiendo que se trata de un retrato muy general de la sociedad, que tiene sus excepciones.
Para empezar y desde una perspectiva ética general, Camps recuerda “la actualidad” de las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. La justicia entendida como equidad; la fortaleza, como la capacidad de tomar decisiones; la templanza, como el control personal; la austeridad y la prudencia no como miedo sino como reflexión.
Estas eran las virtudes que conformaban “la excelencia” ciudadana y política en la Grecia clásica y sobre las que Camps propone una reflexión. Una reflexión que, dice, debe de llevar a recuperar “la responsabilidad moral”, es decir, asumir unos valores y que cada uno se haga responsable de ellos.
Bilbeny considera que es necesario restablecer un orden de prioridades, tergiversado por la doctrina hedonista y el hiperconsumismo –que el impacto de la crisis ha frenado– pero sin caer en lo que considera la “versión merkeliana del capitalismo”: una idea del esfuerzo, la austeridad y la disciplina vinculadas a la culpa, a una “moral calvinista, de la predestinación”. En una visión general, este catedrático de Ética considera que hay que caminar hacia una sociedad y una política más pluralista, en los que convivan el cooperativismo y el colectivismo con el capitalismo.
Y señala los tres ámbitos sobre los que cree que debe asentarse la sociedad. En primer lugar, la revalorización de la familia –de cualquier modelo de familia– como factor socializador y con una mayor relación entre padres e hijos. Asimismo, subraya el papel de la educación, con una reconsideración de la figura del maestro. Las familias, dice, han perdido el respeto a los profesores y esto ha repercutido en el concepto de la disciplina. Por último, destaca el valor de la solidaridad al entender que se está demostrando en esta crisis que la gente quiere ayudar. “Hacer personas, hacer hogar, hacer sociedad. Este –explica– es el vademécum”.
En las reflexiones sobre el futuro buscando un escenario poscrisis, economía y ética van –sobre el papel– de la mano. El filósofo Daniel Innerarity señalaba el pasado mayo en La Vanguardia la necesidad de regresar a una concepción como la que tuvieron los grandes economistas, “que fueron también grandes políticos y hombres de letras (Keynes, Marshall, Marx, Adam Smith..), en la cual la economía es concebida como un todo en el que intervienen también criterios políticos, éticos, medioambientales…”.
El profesor Castiñeira está poniendo negro sobre blanco una reflexión sobre los valores en el liderazgo empresarial (véase información adjunta) y apuesta por la transformación de un modelo que, dice, ha llegado a su fin, pese a que muchos se resistirán al cambio.
“No podemos continuar con la economía especulativa, ni las finanzas especulativas, ni el modelo constructivo, ni apostar por Eurovegas. La vía de la economía productiva es más lenta, pero dará más resultados”, señala.
Las reflexiones están sobre la mesa, algunos caminos se atisban, aunque haya mil motivos para pensar que los valores seguirán en el desván.
Las cinco actitudes del liderazgo
Àngel Castiñeira y Joaquim Lozano, profesores de Esade, acaban de poner punto final a un nuevo libro en el que definen cinco actitudes vinculadas a cinco tipos de valores para desarrollar un liderazgo empresarial (y no sólo empresarial) válido y ético en tiempos de crisis. El libro, que les ha sido encargado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) apuesta por la “resiliencia”, como la capacidad para afrontar situaciones difíciles, la “adaptación” en el sentido de aprender de la crisis y defiende también la capacidad de “anticipación” para saber leer el signo de los tiempos.

Pero, sobre todo, aboga por la creación de un liderazgo “transformador”, capaz de poner fin a las economías especulativas y a las muchas resistencias que va a haber para lograr este cambio de modelo que se considera ya finiquitado.
Asimismo, y según explica Castiñeira, será muy importante la aparición del liderazgos “regenerativos”. “Una de las labores regeneracionistas –señala– será volver a dar vida a los tejidos muertos”. Esto, prosigue, es lo que se espera de los líderes. “Sólo con la indignación no iremos hacia adelante”, subraya. Las cinco actitudes descritas, señala, tienen un potencial constructor que en estos momentos es básico.
Cristina Sen

Los daños de enojarse


Expresar las emociones y dar sentido a lo que está pasando



El poder de la escritura.

Expresar las emociones y dar sentido a lo que está pasando → diario personal escribir salud escritura 300x239
Deja de preocuparte por la estructura, la ortografía o cómo otros pueden interpretar tus palabras.

El psicólogo James Pennebaker, autor de La vida secreta de los pronombres, a lo largo de 30 años de investigación pionera en la Universidad de Texas en Austin, ha encontrado que las palabras que elegimos nos puede decir mucho sobre nuestra salud física y mental que no sabemos. Lo que es más, el cambio de nuestra selección de palabras puede alterar nuestro estado de ánimo.
De niño y adolescente, y más tarde estudiante de psicología social, Pennebaker no le importaba la escritura, dice. Se interesó en ella a principios de 1980, cuando era un joven investigador trabajando en un estudio de las causas psicológicas de la enfermedad física. Él y sus colegas trataron de tomar la medida más amplia posible de los factores mentales que podrían desempeñar un papel en varias enfermedades, de las úlceras y el cáncer a trastornos de la alimentación. Así que administró un extenso cuestionario a miles de personas. “Realmente quería saber todo sobre ellos”, dice Pennebaker. “Su relación con sus padres, su comida favorita, sus aficiones y si habían experimentado algún abuso sexual u otros acontecimientos traumáticos antes de los 17 años.”
Las personas que no hablan con otros acerca de estos eventos, resulta que son los más propensos a enfermar. Así tienen débiles las relaciones sociales. Los investigadores también notaron que el trauma es un concepto amplio.
Para una mayor o menor grado, es perjudicial guardar silencio acerca de cualquier evento que afecta emocionalmente, incluyendo los más comunes, como los problemas maritales o la pérdida del empleo.
En términos fisiológicos y evolutivos, es fácil ver por qué y cómo los episodios emocionales afectan nuestros cuerpos. Los enfrentamientos con el peligro, en otras palabras: miedo y angustia y a poner el cuerpo en un estado elevado de alerta. En la historia humana, esto nos ha ayudado a huir, luchar. Nuestros corazones laten más rápido, el estrés hace fluir las hormonas y pausa funciones metabólicas e inmunes, con lo cual se libera la energía máxima para la supervivencia.
Pero este estado de alerta extrema no puede durar mucho tiempo, debido a que estas adaptaciones se cobran su precio: el corazón bombea demasiado rápido y hace subir la presión arterial, y debilita el sistema inmunológico. Según Pennebaker, esto es lo que sucede cuando guardamos nuestras emociones en su interior.
Las personas necesitan compartir sus experiencias. Ellos necesitan expresar sus emociones y dar sentido a lo que está pasando. Esto reduce el estrés y hace que el cuerpo vuelva a su estado de relajación natural.
Pennebaker y sus colegas hicieron rápidamente una serie de estudios adicionales y se encontró que las personas que se animaron a hablar con otros acerca de lo que estaban pasando, se vieron efectos positivos, tales como una presión arterial más baja y una caída en los niveles sanguíneos de la hormona del estrés cortisol.
Después de un rato, Pennebaker se preguntó si el intercambio de experiencias con usted a través de la escritura puede hacer tanto para su salud como hablar de ellos a los demás. Para averiguarlo, él y su equipo dividieron a un grupo grande de participantes en dos. Cada subgrupo llegó a la universidad y pasó 15 minutos escribiendo durante cuatro días seguidos. El primer grupo se les pidió que describieran objetos o eventos que fueron sin carga emocional. Al segundo se le pidió que escribiera acerca de un evento emocionalmente significativo.
Los resultados fueron alentadores. Al cabo de un mes, las personas del segundo grupo iban de visita al médico con menos frecuencia, ingiriendo un menor número de aspirinas, teniendo la gripe con menos frecuencia y, en general se siente mejor.
Entusiasmado con los resultados, Pennebaker probó el experimento en otros grupos. Puso a las amas de casa y estudiantes, pacientes y enfermos de cáncer gástrico, los veteranos y los presos de máxima seguridad a todos en un mismo saco.
Una y otra vez, las personas que escribieron acerca de las principales experiencias emocionales mostraron mejoras significativas y medibles físicamente. Los escritores se habían beneficiado teniendo menor frecuencia cardiaca y menor presión arterial, reducción de los niveles de cortisol y las células T más sólidas (una parte vital de un sistema de funcionamiento del sistema inmunológico).
En este sentido, Pennebaker ha desarrollado el programa de software Linguistic Inquiry and Word Count (LIWC), que cuenta las palabras en determinadas categorías.
Estos incluyen “las palabras emocionales negativas” (rabia, tristeza) y las positivas (risas felices,) y las palabras que indican la causalidad (causa, la razón) y las formas de comprensión (entender, darse cuenta).
Como era de esperar, los escritores que utilizan palabras emocionales más positivas se sentía mejor a medida que el estudio continuaba. Sin embargo, Pennebaker también encontró un efecto inverso inesperado. Hubo una relación en forma de campana entre la salud y el número de palabras emocionales negativas las personas empleadas.
Los sujetos, cuyo uso de las palabras causales y comprensión siguió fueron los más beneficiados. Eso es porque el uso de la palabra causalidad indica que una persona está haciendo una historia basada en la experiencia. “Si usted comienza a ver las conexiones entre los eventos y el uso que les dan significado, usted será capaz de moverse a través de la experiencia desagradable con mayor eficacia.”
Lo mismo ocurre con las palabras de comprensión. Cuando alguien escribe una frase como “ahora me doy cuenta de que …” o “Yo entiendo por qué …”, significa que la experiencia se ha vuelto más comprensible.
Poner experiencias desagradables en forma de cuento sería saludable.
Estamos naturalmente inclinados a tratar de poner orden en el caos.
Mientras siga siendo una prueba difícil sin forma y sin sentido, vamos a seguir meditando sobre ella, y el incidente y sentimientos que la acompañan seguirán reacayendo sobre nosotros una y otra vez.
Pero si analizamos las causas, consecuencias y significados personales de esa experiencia y empezamos a darle forma, nuestro estrés disminuirá gradualmente. Y eso va a liberar espacio en la cabeza para cosas nuevas.
Aunque aún no puede explicar por qué algunas personas son capaces de liberarse con la escritura y otros no.
Cuanto más cambian entre los pronombres diferentes, desde  más puntos de vista son capaces de ver las cosas y más saludables estarán. Cuando se mira el problema desde muchos puntos de vista diferentes, te alejas del problema.
Además de sus efectos emocionales y cognitivos, la escritura trae beneficios sociales. La memoria mejora, se escucha mejor y estás más interesado en tus amigos. Además, dice, estar abierto a tus propias emociones significa que estás más abierto a otras personas.
Para llegar a ser lo más saludable, relajado y feliz posible, no sólo tenemos que escribir sobre las experiencias emocionales que nos molestan, tenemos que hacerlo de una manera específica.
Tenemos que expresar nuestras emociones y, al mismo tiempo tratar de obtener información sobre las causas y los efectos de nuestras experiencias. Y tenemos que mirarlos desde tantas perspectivas como sea posible.
Según Pennebaker, cuando estás empezando, debes seguir un par de reglas. En primer lugar, cuando comienzas, debes prometerte que vas a escribir por lo menos 15 minutos durante tres o cuatro días.
Sin embargo, mantener 20 minutos como máximo significa que no tendrá la oportunidad para reflexionar.
En segundo lugar, es importante escribir en un lugar donde no seas molestado. En tercer lugar, si al final de cuatro días de la escritura no siente que está haciendo ningún progreso, o se siente peor, deja de escribir. Su escritura puede no ser la terapia más efectiva para usted.
La regla de oro aquí es, siempre ser 100 por cien honesto contigo mismo. Tú eres la única persona que lo va a leer.
Más información:

Alejandro Miralles

La grandeza está en las cosas chiquitas, que se hacen cotidianamente




Eduardo Galeano: “A la basura dos siglos de conquistas”.

La grandeza está en las cosas chiquitas, que se hacen cotidianamente → eduardo galeano galeano 300x199
“Este es un mundo violento y mentiroso pero no podemos perder la esperanza y el entusiasmo por cambiarlo”, asegura Eduardo Galeano.
El escritor uruguayo, historiador literario de su continente a través de obras como “Las venas abiertas de América Latina” y la trilogía “Memorias del Fuego”, habló con BBC Mundo sobre los últimos acontecimientos de América Latina y la crisis económica mundial.

Desde su mesa de siempre en el céntrico Café Brasilero, dejando tras el ventanal el frío del invierno austral, insiste en que “la grandeza humana está en las cosas chiquitas, que se hace cotidianamente, día a día, la que hacen los anónimos sin saber que la hacen”.mirada
Por eso, alterna las respuestas con episodios de su último libro, “Los hijos de los días”, en el que agrupa 366 historias reales, una para cada día del año, que contienen más verdad que hablar de la prima de riesgo.
La crisis europea se está manejando por los líderes políticos desde un discurso de sacrificio de la población. Es igual al discurso de los oficiales cuando mandan a los reclutas a morir, con menos olor a pólvora pero no menos violento.
Esto es un plan sistemático a nivel mundial para arrojar al tacho de la basura dos siglos de conquistas obreras, para que la humanidad retroceda en nombre de la recuperación nacional.
Este es un mundo organizado y especializado en el exterminio del prójimo.
Y luego vienen a condenar la violencia del pobre, la de los muertos de hambre; la otra se aplaude, merece condecoraciones.

¿Se está presentando la ‘austeridad’ como única salida?
¿De quiénes? Si los banqueros que produjeron este desastre fueron y siguen siendo los principales asaltantes de bancos y son recompensados con millones de euros que les pagan como indemnización…
Es un mundo muy mentiroso y muy violento. Lo de la austeridad es un viejo discurso en América Latina. Asistimos a una obra de teatro que fue estrenada acá y que ya conocemos.
Sabemos todo: las fórmulas, las recetas mágicas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial…

¿Considera que el empobrecimiento de la población es más violento?
Si la lucha contra el terrorismo fuera verdadera y no una coartada para otros fines, tendríamos que empapelar el mundo con carteles que dijeran ‘se buscan a los secuestradores de países, a los exterminadores de salarios, a los asesinos de empleo, a los traficantes del miedo’, que son los más peligrosos porque te condenan a la parálisis.
Este es un mundo que te doméstica para que desconfíes del prójimo, para que sea una amenaza y nunca una promesa.

Es alguien que te va a hacer daño y para eso hay que defenderse.
Así se justifica la industria militar, nombre poético de la industria criminal.
Eso es un ejemplo clarísimo de violencia.

Pasando a la política latinoamericana, México continúa en las calles protestando por los resultados oficiales de las elecciones…
La diferencia de votos no fue tan grande y quizás sea difícil de demostrar que hubo fraude.
Sin embargo, hay otro fraude más profundo, más fino y que es el más dañino a la democracia: el que cometen los políticos que desde el llano prometen todo lo contrario de lo que después hacen desde el poder. Así están actuando contra la fe en la democracia de nuevas generaciones.
Respecto a la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, ¿se puede hablar de golpe de Estado si se ha basado en las leyes del país?

Por supuesto que el de Paraguay es lisa y llanamente un golpe de Estado.
Han golpeado el gobierno del ‘cura progre’ no por lo que hubiera hecho sino por lo que podía hacer.
No había hecho gran cosa pero como se proponía una reforma agraria en un país que tiene el grado de concentración de poder de la tierra más alto de toda América Latina, y en consecuencia la desigualdad más injusta, había tenido algunas actitudes de dignidad nacional contra algunas empresas internacionales todopoderosas como Monsanto y prohibido el ingreso de algunas semillas transgénicas…
Fue un golpe de Estado preventivo, por si acaso, no por lo que eres sino por lo que puedes llegar a hacer.

¿Le sorprende que sigan dándose estas situaciones?
El mundo actual es muy sorprendente.
La mayoría de los países europeos que parecía que estaban vacunados de los golpes de Estado son ahora gobiernos gobernados a manos de tecnócratas designados a dedo por Goldman & Sachs y otras grandes empresas financieras que no han sido votadas por nadie.
Hasta el lenguaje lo refleja: los países, que se supone que son soberanos e independientes, tienen que hacer bien sus deberes como si fueran niños con tendencia a la mala conducta y los maestros son los tecnócratas que vienen a tirarte de las orejas.
Paula Vilella

La receta anti-miedo: la cooperación


Guía mental para sobrevivir a la debacle que nos espera.
El miedo al “¿y si…?” es el nombre que recibe uno de los comportamientos más comunes en la sociedad contemporánea. Acosado permanentemente por señales negativas y noticias cada vez peores, es fácil que cualquier individuo se lance a una espiral de negatividad irracional en la que considere que el porvenir sólo puede traer cosas malas.

Si en el célebre cuento de la lechera su protagonista terminaba perdiéndolo todo debido a sus delirios de grandeza, en estas situaciones de crisis ocurre lo mismo pero en sentido inverso: terminamos hundiéndonos como consecuencia de nuestros propios miedos sobre lo que nos deparará el futuro.
En psicología se conoce como pensamiento catastrófico el que lleva a pensar sólo en las consecuencias negativas de cada acontecimiento, provocando ansiedad e incertidumbre y olvidando lo positivo. Un problema que se convierte en epidemia en momentos especialmente traumáticos o estresantes.
Podría decirse que dicho problema cognitivo se ha extendido a toda una sociedad expuesta a diario a una sucesión de informaciones (económicas, sobre todo) cada vez más negativas. La psicología ha defendido cómo muchas veces recurrimos al miedo para tratar nuestros problemas.
“Cuando las amenazas son importantes, sentir miedo puede ser aún peor, incluso desastroso en el caso de que no hagamos nada más”, señalaba el profesor de antropología social australiano Kay Milton en un artículo llamado, precisamente, Miedo al futuro. “Hay una circunstancia en la que nos decantamos por administrar nuestro miedo antes que por buscar una solución: cuando la amenaza es tan grande o compleja que nos hace sentir indefensos. En esa coyuntura, intentamos manejar nuestro miedo porque no nos imaginamos solucionando el problema”.
Es un marco bastante similar al que atravesamos como sociedad, y que suele aparecer “ante peligros estadísticamente probables”, como señala el autor.
Determinados programas se han desarrollado para poner freno a dichos pensamientos.
Un curioso ejemplo es el que lleva a cabo en el ejército de los Estados Unidos el profesor Martin Seligman de la Universidad de Harvard. A pesar de la polémica que ha suscitado, Seligman consiguió capacitar a los soldados para que en el campo de batalla fuesen capaces de olvidar lo que ocurriría tras el combate y se mostrasen presentes con el fin de tener la cabeza despejada para elegir la mejor solución. El programa partía de la idea de que las guerras, en el futuro, no las ganarían aquellos que tuviesen mejor armamento, sino los que contasen con un ejército preparado para afrontar cualquier circunstancia, por fatal que pudiese parecer.
Castillos en el aire
Luis Muiño, psicoterapeuta y divulgador, afirma que “el primer arma que debemos utilizar es evitar la tendencia a anticipar cosas que no han ocurrido y que probablemente nunca ocurran. Es algo natural en el ser humano, y que en muchos casos puede jugar un papel adaptativo.

Por ejemplo, cuando pensamos en un plan B ante determinada dificultad que pueda aparecer en el futuro”. Es lo que también se conoce como “luchar o huir”, la respuesta que produce el organismo frente a una situación peligrosa y que le lleva a decidir en cuestión de segundos entre ambas opciones, espoleado por el subidón de adrenalina y ansiedad que una situación crítica produce.
El problema se produce cuando dicha respuesta aparece en momentos en que no es necesaria, generando ansiedad sin que el peligro esté presente, o incluso inventando problemas a los que anticiparse. Es entonces cuando aparecen los tan frecuentes desórdenes de ansiedad.
“Cuando el cambio no está en nuestra mano, y no hay plan B posible, preocuparse no tiene sentido”, señala Muiño.
“El ochenta por ciento de las cosas que nos preocupan no van a ocurrir nunca. Se trata de algo totalmente improductivo, que sólo conduce a desmoronarse. En realidad, lo de menos es que el pensamiento sea acertado o no”..
Si preguntas a alguien por su familia, no te va a contar las buenas noticias, sino las malas
El psicólogo detalla una de las herramientas que emplea en terapia para relativizar la importancia de lo negativo: “Pedimos a nuestros pacientes que recuerden ejemplos de situaciones malas que finalmente salieron bien. Cada persona puede encontrar miles y miles. Por ejemplo, hay quien ha estado a punto de perderlo todo, o ha roto con su pareja y al final ha conseguido salir adelante”, señala Muiño al mismo tiempo que recuerda que tendemos a olvidarnos de lo positivo.
“Es lo que se conoce como una profecía autocumplida: pensamos que vamos a hundirnos y por lo tanto, terminamos conduciéndonos nosotros mismos a dicha situación”.
Exageramos lo negativo
No se trata, por otra parte, de intentar agarrarse desesperadamente a las noticias positivas, puesto que puede ocurrir que estas nos engañen y, por lo tanto, nos veamos conducidos a la desesperación. “No creo que la solución se encuentre en racionalizar la situación, pensando en que hay datos para la esperanza”, asegura Muiño. “Al final siempre se nos ocurrirá el peor escenario, puesto que estamos preparados cognitivamente para ello, con el fin de afrontar los problemas que puedan surgir. ‘Inútil’ es la palabra que debemos repetirnos continuamente cuando aparezcan tales pensamientos”.

Gran parte de los psicólogos han señalado en los últimos tiempos que precisamente la abundancia de información ha contribuido a que no podamos olvidarnos de las amenazas que se ciernen sobre nosotros.
Luis Muiño recuerda que “al fin y al cabo, las únicas noticias son las negativas”, y recuerda que las buenas nuevas –como el descenso de la criminalidad– no gozan de la misma difusión.
“No se trata de algo que ocurra sólo con los medios de comunicación”, prosigue. “Si te encuentras a alguien por la calle y le preguntas por su familia, no te va a contar lo bien que está el tío Paco, sino que la tía Pilar ha ido al médico y le han encontrado algún problema. Lo que va bien no interesa.
No queremos que nos digan por qué los zapatos no nos aprietan, sino precisamente por qué nos aprietan”.
Otro de los procedimientos utilizados en la terapia del psicólogo sirve para ilustrar lo erróneo de tal concepción: “Suelo coger un periódico de hace seis o siete años y entregárselo a mis pacientes para que comprueben cómo todo parecía irse a pique, incluso en los noventa, en el comienzo de la eclosión económica”.
La mayor parte de previsiones no se cumplieron, y las que sí lo han hecho, no han acabado en un apocalipsis absoluto. “Quizá no estaría mal dejar de consumir información de manera continua, especialmente la económica. De todas formas, se ha hablado de traficantes de miedo, pero creo que es algo consustancial al ser humano. Lo hacemos todos, no sólo los periodistas”.
Actividad contra el miedo
Una de las características esenciales de la incertidumbre es la parálisis. Si sentimos que las cosas van a seguir mal hagamos lo que hagamos, es probable que bajemos la guardia y nos dejemos llevar por la marea. Craso error: “La principal consecuencia del clima de miedo en el que vivimos es la indefensión.

El sociólogo Zygmunt Bauman habla del miedo líquido para referirse a esta situación. Ya no es que no podamos hacer nada con la prima de riesgo, es que ni siquiera sabemos muy bien qué es. Antes las amenazas eran reales y tangibles: los lobos que atacaban por la noche, la naturaleza misma. Ahora, ¿cómo te proteges de la prima de riesgo?”
Precisamente Bauman identificaba la incertidumbre con el miedo en su ensayo Miedo líquido (Paidós), cuando escribía que “el miedo es nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer para combatirla”, y recordaba que “la generación tecnológicamente más preparada es al mismo tiempo la más acuciada por sentimientos como la inseguridad y la impotencia”.
Lo más aconsejable, y no sólo desde un punto de vista psicológico, es ponerse en marcha. “Los que mejor llevan este tipo de situaciones son los que consiguen recuperar la sensación de control. Aunque no se pueda influir sobre la prima de riesgo, se puede hacer algo útil, como ampliar las perspectivas de trabajo, o controlar la economía doméstica y optimizar tus recursos. En definitiva, ponerse a hacer algo es muy bueno psicológicamente”, mantiene Muiño.
Sin embargo, mantiene el psicólogo, no se trata tanto de buscar el beneficio individual como de colaborar con los demás y sentirse conectado.
“Es necesaria una cierta solidaridad y organización, que debe partir de la empatía hacia los demás. Frente a las políticas del miedo que lo que propugnan es un ‘sálvese quien pueda’, lo importante es entender a los que te rodean, ponerse en su lugar y decir ‘estamos todos juntos’.
No consiste, en mi opinión, en actuar de forma individual, y ni siquiera en forma de lobby, puesto que los que más sufren no suelen tener ningún poder”, concluye el psicólogo, proporcionando así el último ingrediente de la receta anti-miedo: la cooperación.
Héctor G. Barnés

Año Nuevo Maya, el momento de "cambiar la cabeza"




POR MARISA CORTÉZ / ESPECIAL PARA BUENA VIDA

Ya lejos de las especulaciones sobre el “fin del mundo” para el 21 de diciembre de 2012, esa fecha se interpreta como un cambio de paradigma y una excelente oportunidad para que rescatemos los valores que realmente importan.

Milenaria, la cultura maya anuncia un cambio de paradigma
Las profecías mayas del Fin de Ciclo no hablan de catástrofes sino de cambios de paradigmas, de estructuras y de mentalidad, como parte de la evolución humana. El año en que sucedería este salto cuántico empieza el próximo 26 de julio.

Mucho se habla de los mayas, una civilización que floreció y cayó entre los años 1000 a.C. y 1000 de nuestra era, en Guatemala, México y  Honduras. Matemáticos, místicos y astrónomos avanzados, se los llama “los maestros del tiempo”, ya que se han descubierto 19 tipos diferentes de calendarios con los que sincronizaban sus vidas, en pequeña y gran escala.

Tan grande era esta escala que toda una teoría del fin de los tiempos se sustentó en que uno de estos calendarios, la Cuenta Larga,  parecía indicarlo así para el 21 de diciembre del 2012. 

Hoy, se interpreta esa fecha como un cambio de ciclo en el devenir de la humanidad, pero ya no como el fin del mundo: tal vez sí de las estructuras que hoy lo dominan. 

Otro de estos calendarios, el lunar, de trece lunas de veinte días cada una, organizaría nuestros ritmos naturales y los sincronizaría con nuestra galaxia (es la Vía Láctea, una nebulosa en espiral, por si no se acordaba). 

Justamente, “El 26 de julio comienza el año llamado Tormenta Resonante Azul” de este almanaque tan especial, cuenta el licenciado Ariel Leibouski, investigador, autor del libro Sistema de Sanación de las 13 Lunas Mayas. En la antigua lengua maya, este año se llama Cauac Uuk. 

“El sello Tormenta nos habla sobre el cambio, la metamorfosis, la transformación. La tormenta antecede la calma, la cual a su vez antecedió a la tormenta o quizás a una simple lluvia. La vida en general y cada día en particular son ciclos que parecen repetirse, pero en realidad son espirales ascendentes, siempre estamos evolucionando”.

“El tono Uuk nos habla sobre el equilibrio, es el punto medio en el Sistema de Sanación de las 13 Lunas Mayas. Entonces, el desafío para este nuevo año es cambiar en la medida justa, transformar nuestro interior y nuestro exterior en búsqueda del equilibrio, trabajar y descansar cumpliendo con el rol social. Pero sin perder de vista que,  fundamentalmente, la vida está hecha de momentos para desarrollar nuestro Núcleo de Amor, que son la o las personas, más allá del vínculo parental, que elegimos sean parte de nuestra vida, a quienes brindamos y de quienes recibimos amor.”

¿Cómo prepararnos para este cambio?
Espiritualmente, creamos en el año nuevo maya o no, asumiendo nuestros temas pendientes y reconociendo nuestros verdaderos objetivos. Son momentos de sentir la energía que nos rodea, el amor, la contención y la paz que hay en nosotros mismos, para reflejarla en el entorno.

“Los mayas hablan de que los cinco días previos al año nuevo son días oscuros, del no tiempo. Creo que hacen referencia al miedo y la oscuridad  que produce la ignorancia”, nos cuenta Ariel. 

“Estamos transitando un período que durará algunas décadas más allá del 2012, décadas de transformación. Habrá un retorno a costumbres y modalidades del pasado, pero innovadas por la tecnología. Lo mejor de hoy con lo mejor de ayer, llevando a quien así lo decida hacia un mundo diferente. Este fin del mundo implica un comienzo”.

Marisa Cortéz es periodista especializada en medicina integrativa y terapeuta holística.

martes, 24 de julio de 2012

Desobediencia Civil



El cambio social no violento no puede consistir simplemente en derribar las estructuras en las que se basan la opresión y la violencia. Es necesario sustituirlas por otras alternativas basadas en los principios de la justicia, la no violencia y la igualdad. Este proyecto de construcción debe ir de la mano con otro de de-strucción o resistencia.


Las historia nos enseña que las revoluciones que destruyen el antiguo orden y no cuentan con instituciones paralelas fuertes que satisfagan las necesidades de la sociedad pueden regresar rápidamente hacia los viejos patrones de represión y jerarquía.Por el contrario, si se dedica suficiente esfuerzo a crear la sociedad alternativa deseada dentro del marco de la estructura existente, la revolución tendrá muchas más probabilidades de conseguir un éxito duradero.