martes, 29 de enero de 2013

Dese tiempo para indagar en su interior


Entrevista a Swami Satyananda Saraswati.
Dese tiempo para indagar en su interior → Swami Satyananda Saraswati Dese tiempo

Entrevista a Swami Satyananda Saraswati, maestro de vedanta.
“Dese tiempo”
Eres lo que eres cada instante; los años sólo duelen cuando los has perdido. Nací en Barcelona y me fui hace 30 años a la India. ¿Quiere conocerse? Empiece por apagar la tele y encenderá su cerebro. Cada día millones de personas mueren sin saber quiénes son: no sea una más.
Y usted quién es?
El Amiguet, de La Contra: quedamos en que vendría hoy.
No le he preguntado ni su nombre ni dónde trabaja, sino… ¿quién es usted?
Me he leído su aventura en la montaña sagrada de Arunachala y en Cachemira…
Muy bien, pero ¿quién es usted?
Si se pone así… Pues no sé quién soy.
Ya es un paso admitirlo. Yo lo di hace 37 años. Me fui a la India.
No quería ser una más de los millones de personas que mueren cada día sin conocerse.
Otros muchos viven así tan ricamente.
No son conscientes de quiénes son y por eso tampoco han conocido a nadie. Viven las vidas de otros: consumen productos ajenos; trabajan para otros; votan a otros…

… Y engrosan las audiencias de televisiones de otros… ¿Quiere vivir más y mejor? Empiece por apagar la tele y encenderá el cerebro.
La tele relaja y hace compañía.
… No se relajará olvidándose, sino descubriéndose. Y cuando se conozca de verdad a sí mismo, jamás volverá a sentirse solo, porque usted es su mejor compañía, y cuando no necesite distraerse, ni entretenerse, ni que le distraigan ni entretengan, verá cómo otros acuden a su lado a disfrutar de su paz.
¿Cómo empiezo?
Dese tiempo para indagar en su interior y empezará a adquirir una saludable distancia de lo que no es usted, sino sólo sus circunstancias, sus ambiciones, sus miedos…
Yo pensaba que soy yo precisamente por mis atributos y mis circunstancias.
Si va penetrando en su interior a través de esas capas -edad, nación, empleo, cargos, propiedades, clase social…-, verá que usted no es la suma de todas ellas, sino al revés: usted es lo que queda al trascenderlas.
¿Y si no me gusta eso que queda?
Su ambición y su odio; sus pasiones y mezquindades son como las de todos, pero su esencia es única en el universo.
Al descubrirla podrá sentirse al fin libre sin depender de nadie. ¡Verá qué tranquilidad y qué goce!
¿Cómo encontrarme?
A encontrarse no se enseña, se aprende. Los primeros pasos son racionales y puedo explicárselos como técnicas de concentración, pero se quedarán sólo en eso si después no logra transformarlos en una experiencia, una vivencia que te colma.
Dice usted…
Lo experimento en mí mismo y he sentido esa alegría en los maestros, los swamis.
¿El bienestar se contagia?
Igual que el ambicioso o el envidioso contagian su eterna insatisfacción a los demás.
No dice nada nuevo: en el templo de Delfos ya se leía “Conócete a ti mismo”.
Y ya hace 2.000 años que Sócrates fue al mercado y se maravilló: “¡Cuántas cosas que no necesito!”. La mística universal ha seguido los métodos de autoindagación del vedanta milenario. Y siguen sirviendo.
Algo así también enseña la Iglesia.
Yo no predico una fe; ni le pido que crea en nada. Pero sé que si persigue el dinero…
No me pida un duro, que voy de cráneo.
… La admiración de los demás: ¡que le quieran! Nunca tendrá bastante. Porque esos deseos no son usted.
¿Quién soy yo?
Sólo usted puede descubrirlo si se da tiempo. Quienes quieren que se lo dedique a ellos le dirán que lo pierde, pero usted se irá dando cuenta de que lo está ganando.
¿No me aburriré?
Aprenderá a recoger los sentidos y aquietar la mente. No intente concentrarse en cada idea que le asalta, deje que pasen; que lleguen y se vayan, y observe el inmenso silencio que está detrás de todo pensamiento.
¿Sin hacer nada?
A medida que profundiza en su introspección notará que su respiración se vuelve lenta y profunda y que va entrando en un espacio interior mucho más amplio.
¿Cómo lo aprendió usted?
Descubrí el yoga en Barcelona en 1975 y sentí que removía algo en mi interior: leí el Bhagavad Gita y me transformó y a los 20 años -hace 37- me fui a la India, aprendí sánscrito y empecé a estudiar el vedanta…
Tiene usted buen aspecto: mi madre diría que de no haber trabajado mucho.
Vivo.
¿De qué vivía?
Los hindúes nos alimentaban a los yoguis de la montaña sagrada de Arunachala. La India se te abre si tú te abres a ella.
Seguro que pasó hambre.
Alguna austeridad. Pero sólo con la presencia de mi maestro me reconfortaba.
¿No se había fumado ni bebido nada?
La meditación no altera la conciencia, sino que la potencia y ensancha. Inténtelo.
Yo tengo la suerte de trabajar.
Tome distancia y reflexione: no viva la vida de otros. No persiga lo que los demás decidan que usted quiere: no sufra por triunfar el triunfo que otros deciden. Sea usted.
¿Y si no sirvo para meditador?
Usted puede ser el más ansioso y alocado de los hombres, pero también en su interior está el más juicioso, calmado y feliz. Dese tiempo y se encontrará.
Del instante estante
En Arunachala los hindués ofrendaban a Satyananda (que ya no usa su nombre catalán) alimentos que el yogui descubría al interrumpir días de meditación. Aquí, si un tipo raro extranjero y medio desnudo permaneciera absorto durante catorce horas frente a un portal, los vecinos asustados llamarían a la Guardia Urbana, que se lo llevaría a pegarle una ducha y a alimentarlo en el comedor social. Nuestra cultura deplora la contemplación, así que no se impaciente si la tele del vecino le impide concentrarse. Una joyita del swami -la primera en catalán- de filosofía hindú esencial, L’hinduisme, le ayudará a encontrarse al descubrir el instante estante entre pensamientos.
Lluís Amiguet
Publicado en: La Vanguardia
Foto: Kim Manresa

Hay una crisis mundial de desigualdad


Joseph E. Stiglitz
Hay una crisis mundial de desigualdad → Joseph Stiglitz 300x221 Las crisis posteriores a la crisis.
A la sombra de la crisis del euro y del precipicio fiscal en EE UU, resulta fácil pasar por alto los problemas a largo plazo de la economía mundial, pero, mientras nos centramos en las preocupaciones inmediatas, siguen agravándose, y no por no tenerlos en cuenta dejarán de afectarnos.
El problema más grave es el calentamiento planetario. Si bien los débiles resultados de la economía mundial han propiciado una desaceleración correspondiente del aumento de las emisiones de carbono, representa tan solo un corto respiro.
Y estamos muy retrasados: como la reacción ante el cambio climático ha sido tan lenta, lograr el objetivo de limitar a dos grados centígrados el aumento de la temperatura mundial requiere reducciones pronunciadas de las emisiones en el futuro.
Algunos indican que, dada la desaceleración económica, debemos relegar la lucha contra el calentamiento del planeta. Al contrario, reequipar la economía mundial para luchar contra el cambio climático contribuiría a restablecer la demanda agregada y el crecimiento.
Al mismo tiempo, el ritmo de cambio tecnológico y mundialización requiere rápidos cambios estructurales tanto en los mercados de los países en desarrollo como en los de los desarrollados. Dichos cambios pueden ser traumáticos, y con frecuencia los mercados no reaccionan bien al respecto.
Así como la Gran Depresión se debió en parte a las dificultades para pasar de una economía agraria y rural a otra urbana y manufacturera, así también los problemas actuales se deben en parte a la necesidad de pasar de la manufactura a los servicios.
Se deben crear nuevas empresas, pero los mercados financieros modernos son mejores para la especulación y la explotación que para aportar fondos para nuevas empresas, en particular, las pequeñas y las medianas.
Además, para hacer la transición hacen falta inversiones en capital humano que con frecuencia las personas no pueden costear. Entre los servicios que las personas necesitan figuran la sanidad y la educación, sectores en los que el Estado desempeña de forma natural un papel importante (dadas las imperfecciones inherentes a los mercados en esos sectores y las preocupaciones por la equidad).
Antes de la crisis de 2008 se hablaba mucho de los desequilibrios mundiales y de la necesidad de que países con superávits comerciales, como Alemania y China, aumentaran su consumo. Esa cuestión sigue pendiente; de hecho, uno de los factores de la crisis del euro es que Alemania no haya abordado su crónico superávit exterior. El superávit de China, como porcentaje del PIB, ha disminuido, pero aún no se han manifestado sus consecuencias a largo lazo.
El déficit comercial total de EE UU no desaparecerá sin un aumento del ahorro interno y un cambio más esencial en los acuerdos monetarios mundiales.
El primero exacerbaría la desaceleración del país, y no es probable que se dé ninguno de esos dos cambios. Cuando China aumente su consumo, no necesariamente comprará más productos estadounidenses. En realidad, es más probable que aumente el consumo de productos que no son objeto de comercio —como la asistencia sanitaria y la educación—, lo que originará perturbaciones profundas en la cadena mundial de distribución, en particular en los países que han estado suministrando los insumos a los exportadores de manufacturas de China.
Por último, hay una crisis mundial en materia de desigualdad. El problema no estriba solo en que los grupos que tienen los mayores ingresos estén llevándose una parte mayor de la tarta económica, sino también en que los del medio no están participando del crecimiento económico, mientras que en muchos países la pobreza está aumentando.
En EE UU se ha demostrado que la igualdad de oportunidades era un mito.
Aunque la gran recesión ha exacerbado esas tendencias, resultaban evidentes antes de su inicio. De hecho, yo (y otros) hemos sostenido que el aumento de la desigualdad es una de las razones de la desaceleración económica y es en parte una consecuencia de los profundos cambios estructurales que está experimentando la economía mundial.
Un sistema político y económico que no reparte beneficios a la mayoría de los ciudadanos no es sostenible a largo plazo.
Con el tiempo, la fe en la democracia y la economía de mercado se erosionará y se pondrá en tela de juicio la legitimidad de las instituciones y los acuerdos vigentes.
La buena noticia es que en los tres últimos decenios se ha reducido en gran medida el desfase entre los países avanzados y los países en ascenso.
No obstante, centenares de millones de personas siguen sumidas en la pobreza y se han logrado solo pequeños avances en la reducción del desfase entre los países menos desarrollados y los demás.
A este respeto, los acuerdos comerciales injustos —incluida, la persistencia de subvenciones agrícolas injustificables, que deprimen los precios de los que dependen los ingresos de muchos de los más pobres— han desempeñado un papel. Los países desarrollados no han hecho realidad la promesa que formularon en Doha en noviembre de 2001 de crear un régimen comercial prodesarrollo, o la que formularon en la cumbre del G-8 celebrada en Gleneagles en 2005 de prestar una asistencia mucho mayor a los países más pobres.
Por sí solo, el mercado no resolverá ninguno de esos problemas. El del calentamiento planetario es un problema de bienes públicos.
Para hacer las transiciones estructurales que el mundo necesita es necesario que los Gobiernos desempeñen un papel más activo… en un momento en el que las exigencias de recortes van en aumento en Europa y EE UU.
Mientras luchamos con las crisis actuales debemos preguntarnos si no estaremos reaccionando de forma que exacerban nuestros problemas a largo plazo. La vía señalada por los halcones del déficit y los defensores de la austeridad a un tiempo debilita la economía actual y socava las perspectivas futuras. Lo irónico es que, al ser una demanda agregada insuficiente la causa mayor de la debilidad mundial actual, hay una opción sustitutiva: invertir en nuestro futuro, en formas que nos ayuden a abordar simultáneamente los problemas del calentamiento planetario, la desigualdad y la pobreza mundiales y la necesidad de cambio estructural.
Joseph E. Stiglitz
Premio Nobel de Economía en 2001, es profesor de la Universidad de Columbia.
Publicado en: El País

Las ventajas de la empatía


Redacción
Las ventajas de la empatía → empatia ser empatico conectar
Las personas y la empatía.
Recientes investigaciones señalan que la empatía es un hábito que puede ser cultivado para mejorar la calidad de vida y radical transformación social.   La ciencia comprende que somos homoempathicus - pese a la consideración generalizada del ser egoísta – y por tanto en nuestra naturaleza se dispone la cooperación social  y ayuda mutua.
Tal y como afirmó el célebre dramaturgo George Bernard Shaw “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti – ellos podrían tener gustos diferentes”. Así la empatía no se limita a ponerse en el lugar del otro para entender sus sentimientos y punto de vista, sino que trasciende en descubrir sus preferencias.
Las personas estamos preparadas para la empatía en los dos primeros años de existencia bajo el influjo de fuertes relaciones de apego. Sin embargo esta virtud puede y debe ser desarrollada a lo largo de la vida contribuyendo a nuestro éxito y el de los que nos rodean.
¿Cómo potenciar la empatía?
  1. Hablar con extraños: la gente sumamente empática (las siglas en inglés HEPS) alberga la curiosidad de un niño y encuentra al resto más interesante. Su interés por la naturaleza humana les invita a conversar con extraños, expandirse y conocer personas con visiones muy diferentes aprovechando cualquier situación cotidiana.
  2. Desafiar prejuicios y descubrir puntos comunes: las HEPS se alejan de una concepción del mundo plagada de clichés e ideas preconcebidas. Adquieren un espíritu independiente al tiempo que tolerante a la búsqueda de compartir con la gente en lugar de destacar los aspectos que los dividen.
  3. Probar la vida de los otros: nos educamos en conocimiento y este deviene de la experiencia: probar y equivocarse. Siempre es positivo asistir a ritos religiosos diferentes al nuestro, pasar unas vacaciones como voluntario en un país en vías de desarrollo…toda acción enriquece al humanista.
  4. Escuchar y abrirse: una persona con alta empatía no duda en escuchar sinceramente a los demás y hace todo lo posible por comprender su estado emocional.  También vive desprovista de máscaras y revela sus sentimientos, así crea un vínculo empático con los demás. El Círculo de padres palestino-israelí lo comparten reuniendo a familiares de las víctimas de ambos lados del conflicto para conocer, escuchar y hablar.
  5. Inspirar la acción de masas y cambio social: una actitud empática puede movilizar conciencias para una revolución social. Ejemplos como la preocupación global por las víctimas del tsunami asiático de 2004  así lo atestiguan. También programas educativos, tal es el caso de Roots of Empathy en Canadá, que se benefician de la inteligencia emocional para favorecer el buen clima en sus aulas y mayores logros académico. Las redes sociales pueden ser el futuro de la conexión empática.
  6. Desarrollar una ambiciosa perspicacia: aplicar la empatía con los enemigos a modo de “empatía instrumental” al igual que Gandhi en su resistencia no violenta. También afecta al área empresarial para dominar los constantes cambios con el respaldo de un buen liderazgo.
A qué esperas para salir al encuentro con los demás y comprobar por ti mismo las ventajas de la empatía.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción

PARA MOVER MONTAÑAS


MENTE SANA, CUERPO SANO


¿QUIEN ES UN HÉROE?


LA ESPERANZA NO ES REALIDAD NI QUIMERA


El nuevo y positivo paradigma


El cambio positivo de paradigma.
(Paradigma: Modelo mental de acción frente al mundo)
Ayer estuve corrigiendo los ejercicios que los alumnos entregan para que los profesores les indiquemos si han avanzado o no en su conocimiento de las asignaturas que quieren aprender.
Es fácil detectar en esos ejercicios el modelo que subyace las mentes de estos jóvenes, y por tanto de sus mayores: padres, familias, amigos , maestros.
Durante 50 años (2 generaciones de hoy) la idea que ha permeado, que ha formado y aún forma los modelos mentales que las personas se hacen del mundo en que viven, es la de ”que me lo den hecho”.
En las mentes de esos jóvenes, en las mentes de las personas que les rodean, aparece de nuevo, tras la cortísima etapa entre 1820 y 1920, la idea de una ”agencia” maternal que los protege y les da soluciones ya hechas para los problemas de sus vidas.
En las clases, mal dadas, pues carecemos de medios para una enseñanza de calidad, indico a los alumnos, en unos intervalos de tiempo muy escasos, los esquemas mentales, los paradigmas que deben seguir para resolver problemas parecidos, pero abiertamente distintos de los explicados en clase: Se trata de que los alumnos desarrollen su capacidad de encontrar soluciones nuevas a partir de ejercicios viejos.
La buena noticia es que en cada clase siempre hay algunos alumnos, los que destacarán en sus profesiones, que así lo hacen y se llevan dieces.
Pero la gran mayoría, tras 18 años de empape de paradigmas antiguos, empape en sus hogares, en sus colegios, en sus grupos de amigos, se bloquean al leer las hojas de ejercicios propuestos. Preguntados en ese momento, responden: ”Esas preguntas no se han explicado en el aula”. Les contesto que no, claro que no, que lo que tienen que hacer no es repetir como loros lo que hayan memorizado, sino aplicar lo que saben para resolver problemas nuevos. Cuando oyen ésto, sus mentes se quedan en blanco. Escuchan lo que les digo (y les dije el primer día de clase) , los sonidos se convierten en corrientes eléctricas neuronales, pero esas corrientes se disipan sin poder ser relacionadas con nada en sus cerebros: Escuchan pero no entienden lo que han escuchado.
La hija de una amiga, Luisa, ha sacado una plaza en el ministerio de Economía, una plaza de muy alto sueldo. Para sacarla, ha ”cantado” durante dos años 130 temas estándar. No se le han pedido nuevas ideas para los problemas nuevos, solo tenía que demostrar que se ”sabía” lo de siempre. (¿Cómo vamos a salir de una crisis absolutamente nueva si los que nos tienen que sacar de ella solo tienen ideas antiguas?)
Lo que uno lee en los periódicos marca exactamente el mismo paradigma: ”Que me den las soluciones a los problemas, que me resuelvan mis dificultades”. Pagamos como borregos impuestos (imponer: Poner una carga, DRAE) y exacciones (Acción y efecto de exigir impuestos, DRAE) pensando que a cambio de ellos nos dan la vida resuelta.
El nuevo paradigma es distinto. Es sacar a los niños al patio y decirles: ”Ahí hay maderas y cuerdas, haceros los juguetes, ahí hay un árbol, a ver cómo trepáis”. Es llevar a los jóvenes a las escuelas y decirles: ”Ahí hay libros, a ver cómo os arregláis para resolver este problema que os propongo”.
Es enviar a los jóvenes mayores a las universidades y decirles: ”Para el mundo nuevo en el que estamos, los investigadores han encontrado caminos, pero no soluciones: Las soluciones las tenéis que encontrar vosotros siguiendo esos caminos, o esas sendas casi sin marcar”. Es contratar altos funcionarios, no pidiéndoles que canten, sino que resuelvan problemas absolutamente nuevos.
El nuevo paradigma es un cambio de 180 grados respecto al antiguo: Es uno en el cual en vez de exigir ”que me resuelvan mis problemas” dice ”voy a resolver yo mis problemas y entre todos, los de todos”.
Cuando lo hagamos así, podremos eliminar la sangría feudal de exacciones con la que nos regalan los que, sin resolver nunca nada, nos quitan lo que tenemos a cambio de la promesa jamás cumplida de solucionarnos la vida.
Es incluso un cambio de 90 grados de lo que proponen los señores feudales del Tea Party americano, el ala mas reaccionaria del partido aristocrático republicano. Éstos proponen quitar las ayudas del estado, pero sin que los ciudadanos hayan accedido a la capacidad de resolver los problemas personales y sociales.
Dentro del nuevo paradigma la ciencia tiene la misión, olvidada hoy, de buscar lo nuevo, en vez de añadir capas y capas sobre los modelos antiguos, a la manera de las escuelas rabínicas y de los eruditos de la Salamanca que rechazó Cisneros cuando fundó la Complutense en Complutum (Alcalá de Henares). En física, por poner un ejemplo, los modelos que usamos hoy son la Mecánica Cuántica, que data de 1920, la Electrodinámica Cuántica, de 1950, e incluso la idea del Bosón de Higgs, tan jaleado estos días, la Gran Unificación y el Modelo Estándar, datan de 1970.
Los modelos económicos, lineales y racionales, deterministas, que rigen nuestras vidas, se basan en ideas, no rechazadas aún, de 1880, y modelos matemáticos de los años 50 del siglo XX. ¿Es de extrañar que no salgamos de la crisis?
El nuevo paradigma es aquel en el cual los alumnos, cuando ven un ejercicio de calificación de sus conocimientos, se alegran de la oportunidad de presentar -sus- soluciones nuevas, es aquel en el que los altos funcionarios resuelven casos imaginarios que, desgraciadamente, se convierten en reales, mediante -sus- ideas, no mediante ideas obsoletas, es aquel en el que todas las personas de la sociedad esperan lo inesperado, se preparan para ello y no quieren forzar al mundo a seguir caminos ya abandonados que no volverán nunca más.
Antonio Ruiz de Elvira
Catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá vigila de cerca los síntomas del cambio climático que está poniendo en riesgo el futuro de la Humanidad.
Publicado en: El Mundo

viernes, 18 de enero de 2013

PARA QUE LA EXPERIENCIA DE LA FUERZA SEA PROFUNDA.



Les voy a decir un truquito, para que la experiencia de la fuerza sea realmente profunda y no simplemente intelectual, superficial, es necesario que la postura mental, la posición de uno, tenga una carga afectiva importante, no es cuestión de sentarse y decir vamos a hacer una experiencia de la fuerza, no, el tema es que hay que ponerse en una disposición afectiva, sin tenerle miedo a lo afectivo, una disposición afectiva importante, esperar el funcionamiento de la fuerza con una cosa muy positiva, muy esperanzadora.

Para que resulte bien la experiencia de la fuerza, por ejemplo, uno se relaja internamente, se afloja, trata de dejar de lado sus tensiones, trata, (risas) y trata también de ponerse en una situación afectiva, emotiva, positiva, de calidez, de reconciliación con uno.  Ese pequeño esfuerzo que hay que hacer para sintonizar bien con esto.

Cuando se hace estos trabajos de la fuerza, ponerse en esa postura de calidez interna, de cercanía con uno o de acercarse uno a sí mismo. Trata uno de acercarse a sí mismo, a los espacios profundos, y en esa situación, nada;  hay quienes llevan adelante esa experiencia, van sugiriendo situaciones internas y se produce ese fenómeno extraordinario que conocemos como el pasaje de la Fuerza.
Un fenómeno donde no sale ni humo ni chispas, pero que la gente reconoce como algo altamente inspirador y fortalecedor. Un fenómeno que le sirve a la gente para más adelante, para los días siguientes, para su vida cotidiana. Ha tomado contacto con ese espacio profundo, con ese sí mismo que existe en cada uno de nosotros, que en otras épocas y en otros lugares se le llamó el alma o el espíritu, ha tomado contacto con eso, ese sí mismo al que se llamó el alma, el espíritu. 
Estamos bastante alejados de esa alma y de ese espíritu, pero podemos contactar de ese modo y recibir esa fuerza estimulante y dinamizadora.

Preguntas previas para la profundización de la experiencia de fuerza:
- A cerca de la postura mental de uno, ¿qué disposición afectiva tengo previa a la experiencia de fuerza? ¿Tengo carga afectiva?

- A cerca de cómo producir esa carga afectiva previa:
¿En qué estado de relajación previa a la experiencia me encuentro? Observación del estado de tensión del cuerpo, el corazón y la mente.
¿Hay una conexión previa con lo mejor de uno, con lo más positivo, uno siente afecto por sí mismo, uno siente que está reconciliado consigo mismo en ese momento previo a la experiencia? 

- A cerca de la necesidad de sentir la fuerza:
¿Siento que es importante que se manifieste la fuerza? ¿Para qué necesito se manifieste la fuerza?

- En cuanto al cumplimiento de aquello que necesitamos realmente:
¿En qué concentraría la mente, qué es aquello tan necesario de lo cual no puedo prescindir?
¿Tengo fe en que esa concentración de la energía en eso que realmente necesito se puede cumplir? ¿Cómo estoy en fe respecto al efecto que la energía puede tener en el pedido?

UN NUEVO CONSUMO ANTE LA CRISIS



El ‘boom’ del consumo colaborativo.
Del intercambio de casas al coche compartido, del ‘crowdfunding’ al ‘coworking’, de los préstamos entre particulares (P2P) a los ‘solucionadores’ a domicilio.
El universo del consumo colaborativo se expande día a día y en España ha tomado velocidad de crucero en 2012, a pesar de la crisis (o gracias a ella).
Así lo certifica Albert Cañigueral, creador de www.consumocolaborativo.com y conector en Barcelona de Ouishare, la red global creada hace exactamente un año en Francia y que se ha convertido en el referente mundial de esta tendencia imparable: la alternativa más real a la economía del ‘comprar por comprar’.
“La tendencia ha madurado en España y el paisaje ha cambiado radicalmente en un año”, asegura Cañigueral. “La crisis ha obligado a la gente a buscar alternativas, no sólo para ahorrar, sino para hacer dinero al mismo tiempo.
A esto se une la explosión de las redes sociales, ahí es donde todos comprobamos todos los días el poder de compartir. Cuanto más das, más recibes”.
En apenas un año, el creador de Consumo Colaborativo ha rastreado en España más de 150 ‘startups’ asociadas con eso que también suele llamarse la ‘economía compartida’. El propio Albert, ingeniero multimedia, reconoce que las innovaciones tecnológicas y la sed de respuestas le han hecho experimentar con dinero propio en muchas de ellas.
“Se ha producido tal avalancha que aún es difícil distinguir la paja del heno”, reconoce. “Aún nos faltan herramientas para poder cuantificar el dinero que mueve el consumo colaborativo en España. Pero lo más significativo en 2012 es que ha habido inversiones importantes, tanto a nivel de multinacionales como en iniciativas impulsadas por nuestros emprendedores”.
Desde el otro lado de los Pirineos, el fundador de Ouishare, Antonin Léonard, atribuye el despegue fulminante del consumo colaborativo en nuestro país a dos factores: el auge de las redes sociales y el acicate de la crisis.
“España tuvo el movimiento de los ‘indignados’, que en Francia no fue tan fuerte”, admite Antonin. “Ouishare es también un movimiento social, pero no nos indignamos (al menos en público), sino que proponemos.
Vamos reuniendo cada vez más personas que se dan cuenta de la oportunidad que representa el consumo colaborativo. Más allá de la colaboración que permite Internet, podemos inventar otro tipo de sociedad”.
‘Reiniciar el sistema’
“Cada vez más personas que se dan cuenta de la oportunidad que representa el consumo colaborativo.
En Madrid, el conector de Ouishare es Luis Tamayo, analista de tendencias sociales y consumo, que asegura que estamos a las puertas de un giro profundo que va más allá de lo estrictamente económico: “Igual que nos enseñaron y nos alentaron a ser hiperconsumistas, a usar y tirar, nos tendrán que enseñar a compartir bienes. Estamos empezando a activar esta parte del ser humano que estaba aplastada por el exceso como valor, perdida en nuestro subconsciente”.
“Compartir es algo tan natural como poseer”, asegura Tamayo. “Lo que ocurre es que venimos de una hipertrofia de la propiedad privada, un exceso del individualismo donde el yo es insaciable y se confunde el ser con el tener.
Confundimos consumo con identidad y nos olvidamos de que consumir es sólo eso, usar algo”.
“La situación actual de producción y consumo es totalmente insostenible”, concluye Tamayo. “Por eso el sistema hizo crack, y ahora estamos equilibrando la balanza. La economía colaborativa es un recurso para reiniciar el sistema, sanearlo, equilibrarlo o en definitiva hacerlo sostenible. Es una cuestión de supervivencia”.
¿Está nuestra sociedad preparada para compartir o estamos aún muy arraigados a lo que nos queda? A la pregunta del millón responden por separado Luis Tamayo y Albert Cañigueral.
“Hace falta un cambio de mentalidad colectiva y cultural importante, y eso difícilmente se puede hacer sin que las grandes instituciones públicas y privadas apuesten por la economía colaborativa como un modelo complementario” (Tamayo).
“Se está produciendo una cambio de valores, de la propiedad al uso, y al mismo tiempo la gente se está dando cuenta de que todo son beneficios con el modelo colaborativo: eliminas intermediarios, creas comunidad, ahorras dinero, haces dinero ‘extra’…”. (Cañigueral).
Nueva moneda: la confianza
En el nuevo modelo, la confianza será la nueva moneda de cuño, tal y como advertían Rachel Botsman y Roo Rogers en el libro que abrió la espita, ‘Lo que es mío es tuyo’. Albert Cañigueral reconoce que mucha gente desconfía de entrada cuando les hablas de cosas como “alquiler tu coche a un extraño” o “prestar tu dinero a un desconocido”.
“Pero una vez compruebas por ti mismo que todo eso y mucho más no sólo es posible sino que es muy útil y deseable, van cayendo las barreras”, certifica el creador de Consumo Colaborativo.”La mejor demostración es que quien prueba repite”. Y ahí tenemos bien fresco el ‘boom’ de 2012.
Pese a los nubarrones que pesan sobre la industria del turismo, Airbnb ha llegado este año al millón de noches reservadas en España, con 22.000 casas prestas a ser “compartidas”. En menos de dos años, Knok.com, con sede en Barcelona, ha llegado a los 14.000 usuarios del intercambio de casas en 145 países.
La movilidad compartida se ha disparado también en pocos meses. SocialCar abrió brecha con el alquiler de coches entre particulares y llega ya a los 7.000 conductores y 1.500 vehículos. Con Carpooling.es se han realizado 250.000 viajes compartidos en dos años, mientas que Amovens.com cuenta con 50.000 vehículos registrados. A otro nivel, Blablacar ha llegado a los 70.000 usuarios en España y a los dos millones en Europa (y eso por no hablar la reciente adquisición de Zipcar por Avis).
En el ya concurrido campo del crowdfunding, Verkami ha financiado colectivamente más de 700 proyectos en dos años. Lánzanos.com ha rebasado el millón de euros recaudados, con 100.000 usuarios registrados. En un año de actividad, Goteo ha recaudado 450.000 euros, con una media de 40 euros por cofinanciador y con 120 proyectos en marcha (además de haberse convertido en referencia mundial del “crowdfunding for crowdbenefits”).
De la banca a los ‘solucionadores’
España va a la cabeza mundial de espacios de ‘coworking’ (espacios de trabajo compartido) per capita, aunque Albert Cañigueral reconoce que puede haber una ‘burbuja’ en este campo, y previene contra la tendencia a confundir lo que realmente es una comunidad de ‘coworkers’ con un simple ‘business center’ o un ‘despacho de boutique’.
Los mercadillos de intercambio en las redes se están disparando, de Nolotiro.org a Segundamanita.com, especializado en ropa y accesorios de niños.
Bookcrossing está popularizando el trueque de libros, y HuertosCompartidos ofrece la posibilidad de compartir espacios de cultivo en las ciudades y en los pueblos.
Con cierto retraso con respecto al Reino Unido, donde Zopca se ha convertido en una alternativa reconocida a la banca, se están abriendo paso en España los préstamos entre particulares (P2P). Comunitae, con 1,5 millones de euros en transacciones y una rentabilidad neta media superior al 10%, es la iniciativa pionera por nuestras tierras. Cañigueral vaticina que en 2013 no sólo aumentará esta tendencia sino que se abrirá otra veta innnovadora: el préstamo directo de particulares a pequeñas y medianas empresas.
En 2012, Etece.es rompió también aguas en el campo de los ‘solucionadores’, siguiendo el modelo de ‘taskrabbit’ que tanto éxito ha tenido en Estados Unidos: tareas al mejor postor, desde colgar cuadros a montar muebles de Ikea (la más solicitada con diferencia). Busuu.com (la comunidad para aprender idiomas), Arttroop (el makerplace de arte) o FON.es (compartir el wifi legalmente) son otras tres iniciativas novedosas.
Aunque si hay un campo prometedor en España es precisamente el del turismo. “Imagina la de cocineros y cocineras excepcionales que hay en nuestro país y que podrían invitar a miles de turistas a degustar auténticos platos caseros en sus casas”, sugiere Albert.
La comida está servida, por gentileza de eatwith.com, mealisready.net, mealmeats.com y otros sabrosos experimentos del consumo colaborativo ya en marcha. ¡Que aproveche!
Carlos Fresneda
Fuente: El Mundo
Más información: Consumo Colaborativo

VOLAR MÁS ALTO


La felicidad y el sentido de la vida



Ser feliz está bien, pero existe algo mucho mejor en la vida.
Las personas que han afrontado grandes dificultades son más proclives a buscar sentido en la vida.
Entre los deseos más habituales de cada comienzo de año, suele aparecer de manera recurrente obtener la tan perseguida felicidad. Normal, ¿verdad? Pues un reciente estudio pone en tela de juicio la obsesión de las sociedades occidentales por alcanzar la felicidad. Como señala su principal responsable, el archifamoso Ray Baumeister, uno de los grandes expertos en la psicología del bienestar, la felicidad parte de un sentimiento puramente egoísta y socialmente poco útil.
El texto, que será publicado este año en el Journal of Positive Psychology (aunque ya se puede acceder a una versión preliminar), toma el pulso a la felicidad de los estadounidenses, al preguntar a 400 ciudadanos americanos de entre 18 y 78 años sobre sus expectativas vitales y sus sentimientos. E indica que “la felicidad sin significado caracteriza una vida relativamente banal, absorbida por uno mismo o incluso egoísta, en la que las cosas van bien y las necesidades son fácilmente satisfechas”.
El autor recurre a las definiciones de “felicidad” que manejamos habitualmente para explicar su idea.
Una de ellas es la que se refiere a la “balanza de afectos”, señalando que somos felices cuando los estados emocionales positivos priman sobre los negativos.
En definitiva, el producto de una fórmula matemática. La otra es la que atañe a la satisfacción vital, que es mucho más general que la concepción anterior, y que ya no implica únicamente los momentos transitorios de bienestar, sino que plantea una visión más general de la vida. Y, aun así, indica el autor, no tiene nada que ver con la plenitud tal y como otras sociedades (y personas) la han conocido.
La felicidad es presente, la plenitud, atemporal
Aunque nos cueste pensarlo en un momento en el que la mayor parte de técnicas de la autoayuda y la psicología positiva se centran en averiguar de qué manera podemos ser más felices en nuestro día a día, Baumeister señala que hemos perdido en un alto grado la perspectiva de nuestros actos.
La idea principal que defiende el autor es que sabemos muy bien cómo ser felices; lo que no sabemos hacer es dar sentido a nuestras vidas.
¿En qué se traduce esto? En que vivimos al día, sí, pero demasiado, y que simplemente nos preocupamos por los hechos concretos que nos afectan de forma práctica.
Baumeister pone el ejemplo de una boda para diferenciar a aquellos que simplemente buscan ser felices a los que aspiran a una vida plena de sentido. Para los primeros, la boda puede ser equivalente a “decir unas palabras frente al altar” (o a un ritual, a una ceremonia, a la fiesta posterior), mientras que los segundos considerarían dicho acontecimiento como “un pacto entre dos personas para toda la vida”.
Es decir, la dimensión temporal –que mira al futuro– marca la gran diferencia entre los felices y los conscientes.
El autor no tiene reparos en asegurar que la felicidad y la plenitud pueden llegar a ser opuestos absolutos. Por ejemplo, indica que la ansiedad suele aparecer con mayor frecuencia en aquellos que buscan darle un sentido a sus vidas. En su estudio, aquellos que presentaban más problemas de este cariz veían un mayor sentido a sus actos, y al mismo tiempo, solían mostrarse como más infelices. Esto se debe, explica, a que la búsqueda de sentido vital consiste en ir más allá del propio presente y conectar con los acontecimientos que vivimos en el pasado, pero también con los que viviremos en el futuro.
Esta perspectiva temporal provoca que anticipemos mucho más los diferentes acontecimientos y las posibilidades de fracaso, muerte, daño corporal o exclusión social, generando ansiedad. También, las discusiones, preocupaciones o conflictos son más habituales en las personas que buscan un sentido en la vida.
Obviamente, a pesar de todo ello, sigue habiendo diversos factores que comparten tanto la felicidad como la plenitud: “Sentirse conectado con los demás, sentirse productivos, y no encontrarse solos ni aburridos son factores importantes”, indica Baumeister.
Dar y tener
Una de las diferencias esenciales que marca el grupo de investigadores encabezado por Baumeister entre la felicidad y la plenitud es que la primera consiste en recibir y, la segunda, en dar. Más allá de la habitual idea tan común a los refraneros de medio mundo, lo que los profesores de la Universidad de Florida quieren decir es que la felicidad está basada, en un alto grado, en la reducción de los impulsos, como el hambre, los caprichos o las ganas repentinas de hacer algo.
Si somos capaces de hacerle frente, seremos felices. Si no, seremos infelices.
Una fórmula sencilla que también puede aplicarse a los animales, que basan su comportamiento en dar respuesta inmediata a esos impulsos que están sintiendo.
Lo que tenían en común la mayor parte de personas que habían manifestado buscar un sentido en sus vidas era que ellos recibían una mayor satisfacción cuando servían de ayuda a los demás que cuando recibían beneficios de su entorno.
La persona que intenta dar sentido a su vida, indica el estudio, contribuye de manera más positiva a la sociedad que aquellos que buscan simplemente su felicidad.
Debido a que disfrutan más dando que recibiendo, se sienten más identificados con sus actuaciones (por ejemplo, Baumeister indica que “cuidar de los niños les representa”) y suelen regularse de manera interna mucho mejor que los que persiguen la felicidad.
Cómo obrar en el futuro
En las conclusiones del artículo, el autor de Social Psychology and Human Nature (Wadsworth Publishing) realiza la petición de que “parte de la psicología positiva centre sus esfuerzos en entender la plenitud de significado, incluyendo la comprensión de lo que la diferencia de la felicidad”.
El mismo hombre que defendió a principios de los noventa en las páginas de Meanings of Life (Guilford Press) que todas las culturas han buscado de una manera u otra dar sentido a sus vidas, ahora señala que el ser humano debe ir mucho más allá de una felicidad transitoria y basada en lo que recibimos de los demás.
Un último dato resaltado en este estudio que resulta especialmente llamativo es que aquellas personas que habían tenido que afrontar a lo largo de su vida situaciones más complicadas eran las que mostraban con posterioridad una probabilidad más grande de iniciar una búsqueda del sentido de la vida.
En tal circunstancia, estas personas sentían que no era suficiente con tener las necesidades cubiertas, sino que empezaban a dar más y más relevancia a otorgarle un sentido a ese sufrimiento.
Sólo de esa manera nos convertiremos en personas plenas y no “meros animales con, quizá, una complejidad añadida”, la definición que de manera un tanto incorrectamente política los autores realizan sobre aquellas personas que privilegian la felicidad por encima de todas las cosas.
Más allá de la conciencia, lo que distingue a los humanos de otro tipo de seres vivos es, precisamente, su búsqueda para dar sentido a sus vidas.
Algo que no deberíamos perder jamás en nuestra lucha por sobrevivir día tras día, aunque depende de cada cual encontrar su auténtico propósito vital.

Héctor G. Barnés

Fuente: El Confidencial

¿Qué es el veganismo?



Veganos: el fenómeno.
Qué son realmente los animales? ¿Los podemos utilizar al igual que las cucharas o las computadoras”, se preguntó, meses atrás, Adrián Bo, estudiante de filosofía de 21 años. “Los animales son seres vivos que también sufren -se respondió a sí mismo el joven-. Hay que aceptarlos en sus diferencias, en su otredad.” Adrián, que ya había dejado de comer carne, decidió hacerse vegano; es decir, abstenerse de consumir o colaborar en cualquier tipo de práctica que implique sufrimiento a los animales. El joven estudiante vive con sus padres, quienes al principio no miraron con demasiados buenos ojos el vuelco alimentario de su hijo. “Al principio, ellos se asustaron -cuenta-, pero cuando vieron que no había riesgos para la salud y que me sentía mejor, lo aceptaron.”
Aunque no existen estadísticas o estudios cuantitativos confiables sobre esta práctica, la proliferación de restaurantes porteños que suman en su carta opciones veganas, además de los que se abocan totalmente a la elaboración de estos platos, o los chefs y cocineros que ofrecen servicios de catering y clases de cocina vegana, son indicios de que no son pocos lo que, al igual que Adrián, adhieren a un modo diferente de concebir el alimento.
Así, entre el boom de la comida sana y el cuidado del medio ambiente cobra protagonismo, entonces, esta minoría que marca tendencia.
En el mundo son conocidos los casos de celebrities que, como Natalie Portman, Daryl Hannah o Joaquin Phoenix, han hecho pública su adhesión al veganismo. Asimismo, suman posturas a favor de esta práctica films de ficción como Fast Food Nation, de Richard Linklater, o el documental Earthlings, producido y dirigido por Shaun Monson y coproducido por Persia White, con música de Moby.
Pero, ¿en qué consiste, realmente, el veganismo? ¿Qué diferencia hay entre una dieta vegana y una vegetariana? ¿Cuáles son sus aspectos positivos y cuáles los negativos?
DE LA DIETA A LA FILOSOFÍA
En diálogo con la Revista, numerosos adeptos al veganismo aseguraron que, más que una dieta, se trata de una postura ética que cuestiona la condición misma de propiedad de los animales para convertirlos en mercadería de uso humano.
En consecuencia, los veganos proponen dejar de usar animales en la vida diaria, ya sea como medios para producir ropa o como recursos para proveer alimento, entretenimiento o testeo de medicamentos.
“Cada vez que compro algo, debería fijarme quién y cómo lo produjo -explica Ana María Aboglio, abogada y fundadora de Anima (www.anima.org.ar)-. También ver si está industrializado o no (lo que le hará probablemente perder la mayoría de sus nutrientes). En el caso de los vegetales, si el producto no es orgánico puede contener pesticidas, provenir de un suelo agotado o estar modificado genéticamente. En el caso de los animales, se puede identificar el sufrimiento y la muerte desde el inicio.
Yo llamo a esto último la experiencia vital del veganismo: la consideración moral plena de la no violencia sobre el animal, que empieza por el plato diario.”
Aboglio también es autora del libro Veganismo, práctica de justicia e igualdad (Gárgola Ediciones, 2011). Allí cuenta que el término vegan fue acuñado en 1944 por Donald Watson y Elsie Shrigley, fundadores de la Vegan Society (Sociedad Vegana). “Watson (1910-2005) lo pensó a partir de las 3 primeras y últimas 2 letras de vegetarian”, explica la abogada. Con este apócope quería diferenciarlo del vegetarianismo, vocablo existente para describir una dieta que no necesariamente toma el compromiso de abolir todas las formas de violencia contra los animales.
Aboglio ni siquiera considera suficientes las tesis que defienden los derechos de los animales en libros como Liberación animal, del filósofo australiano Peter Singer. Desde el punto de vista de Aboglio, más allá de que en su momento despertó conciencias en relación con el sufrimiento animal, Singer lo hizo aceptando la diferenciación entre derechos animales y derechos humanos. Algo inadmisible para esta vegana convencida: “La actual relación de poder y opresión está basada en supuestas características que el animal no tiene. Aunque no las tuviera (que sí las tiene) no serían calificativas de una diferencia que haga que nosotros tengamos derecho a usarlos como objeto.
Ser vegano no es lo máximo que podemos hacer por los animales, es lo mínimo”, concluye Aboglio.
Pero, más allá de los aspectos filosóficos, ¿qué hay del veganismo en tanto práctica alimentaria? ¿Qué piensan al respecto los nutricionistas? No parece haber una postura única. Algunos de los profesionales consultados recomendaron esta dieta, y otros no.
En general, los especialistas en alimentación consideran viable al veganismo siempre y cuando se adopte en forma consciente para que no se produzcan carencias nutricionales.
La licenciada Susana Zurschmitten, ligada al naturismo y la macrobiótica, y autora de libros como Dietas para una vida sana o Sanarnos con la alimentación, entre otros, tiene su propia definición del veganismo: “Es una forma de vida basada en determinada postura filosófica”. Asimismo, asegura: “Quien siga esta dieta deberá ser cuidadoso de la responsabilidad que adopta sobre su salud, con controles físicos más estrictos”.
Es que convertirse en vegano implica una responsabilidad adicional: se deben conocer bien los nutrientes de los alimentos para incorporar el correcto balance de las vitaminas, las proteínas, los minerales y los hidratos de carbono necesarios para mantener la salud.
A sus pacientes veganos, Zurschmitten les recomienda: “Realizar una vez por año los análisis de sangre más detallados, con los dosajes de las carencias que podrían llegar a tener, que son fundamentalmente tres: hierro, calcio y vitamina B12, siendo ésta última el factor más difícil de reemplazar”.
Todos, pero particularmente los veganos, deberían hacerse hemogramas pidiendo valores de ferritina, ferremia y transferrina; es decir, un análisis más pormenorizado. La B12 se precisa en pequeñas cantidades y el cuerpo presenta reservas de 5 a 10 años. “Si sos vegana, te respeto y ayudo; si sos vegetariana, me parece fantástico. Pero si querés comer carne, como nutricionista también te voy a ayudar -sostiene Zurschmitten-. Veo el peligro en ser fundamentalista en cualquier posición, porque se cae en el mismo acto de violencia de discriminar al que tiene otra postura.”
Ahora bien, ¿es fácil ser vegano en el país de la carne? La mayoría de las verduras y los productos orgánicos que comulgarían con una dieta de este tipo resultan más caros que el resto. De allí el peligro de que este tipo de posturas se vuelvan patrimonio de unos pocos. Los veganos aseguran que nada está más lejano de su intención. “El hecho de que no se puedan importar determinados productos que ya son opción de supermercado en otros países, nos cierra algunas puertas”, comenta Ana María Aboglio.
Por su parte, Betina Canalis, del restaurante vegano Kensho, asegura: “Son las políticas económicas desde el gobierno las que deberían hacer accesible el veganismo para todo el mundo. Si no, claro que puede convertirse en una práctica de élite, ya que son productos caros”.
Ella y el chef Máximo Cabrera ofrecen una comida vegana gourmet con la idea de seducir a los omnívoros a través de una cocina rica y saludable. “No basta con cocinar con amor, hay que hacerlo de forma saludable. ¡Y rico!”, dice Máximo.
MIL MODOS DE ENTENDERLO
Mirta J. Atlas, paciente de Susana Zurschmitten, es vegana desde hace 6 años. Ella dice que cada uno debe seguir lo que sienta en su corazón, no tiene una postura moral tomada con respecto a su alimentación. “Fui vegetariana durante 10 años, entonces llegó la menopausia y con ella la anemia. Para resolverla, me recomendaban alimentos que engordaban o que volviese a las carnes: ninguna de las dos opciones estaba en mis planes. Conocí gente vegana muy saludable y me pareció una opción viable para mí, apoyada por mi nutricionista que me dio un plan de alimentación.
¡Y por primera vez en la vida dejé de hacer dieta! Disfruto muchísimo de la comida”, cuenta.
Según su nutricionista, es probable que Mirta haya dejado de ser anémica por la mejor absorción del hierro que permite un condimento llamado tekka, utilizado en las dietas veganas. “Y porque se da que en algunas personas, al disminuir la ingesta de alimentos con vitamina B12, la flora intestinal recupera la función de síntesis”, agrega Zurschmitten.
En el otro extremo, Federico Ramos, abogado de 31 años, representa a la mayor parte de los argentinos, carnívoros declarados. No ve motivo para dejar de comer carne y sus derivados: “Así como el animal más grande se come al más chico, el hombre (otro animal), hace lo mismo. Es la cadena alimentaria. Mi dieta se compone de carne, pero también de verduras y mucha fruta. No me gustaría que mi hijo dejara la carne porque se perdería un placer importante, así como con los pescados y mariscos, que me fascinan”, señala.
La nutricionista María Cecilia Ponce no fomenta el veganismo, pero respeta a quienes, por razones filosóficas, quieran adoptarlo. Trabaja para un laboratorio llamado Alcat donde se realizan testeos de sensibilidad alimentaria. Allí se determina cómo reaccionan nuestros organismos al contacto con los reactivos de cada alimento.
De acuerdo con esta experiencia, ella considera más conflictivos el azúcar, los aditivos y algunos productos industrializados que una carne magra de buen origen.
“Las recomendaciones generales son buenas para poblaciones, pero también es adecuado trabajar en forma personal, analizar la reacción de los alimentos con nuestra sangre, nuestro genoma y la predisposición a metabolizar de forma correcta ciertos nutrientes. Trato de hacer hincapié en adoptar una alimentación lo más natural posible, que sea sostenible en el tiempo y que incluya cambios de hábitos profundos, quizá con carnes, pescados, cereales alternativos al trigo, poco o nada de lácteos, semillas y amplia variedad de frutas y verduras”, afirma Cecilia.
Balancear todos los nutrientes para cubrir las necesidades de una dieta completa requiere de gran esfuerzo y dedicación. “Mantener una dieta vegana libre de toda sustancia de origen animal no es fácil en nuestro estilo de vida industrializado y artificial”, continúa Ponce.
La mayoría de los pacientes que la consultan por problemas digestivos tienen alguna incompatibilidad con los lácteos y las harinas, pero no tantos problemas con las carnes. “Los estudios de genética que existen en la Argentina se realizan en laboratorios privados y tienen altos costos, pero es muy interesante si se pueden aplicar -continúa la especialista-. Yo no soy vegetariana, mi organismo funciona muy bien con pescados y un poco de carne roja. Me centro en restringir azúcares, aditivos y otros productos de la industrialización que, en mi opinión, son más conflictivos que una carne magra de buen origen.”
La nutricionista y triatleta Claudia Marcela Schemper, especializada en deportistas, acuerda con el criterio de la dieta individualizada.
“El veganismo es una opción alimenticia viable, pero habrá que ver las necesidades dietéticas del individuo y sus posibilidades reales de acceder a los alimentos.
Muchas veces queda en un ideal teórico, porque no se trata sólo de cumplir la consigna de evitar comer animales y sus derivados, sino también de lograr una nutrición adecuada para proveer buena salud. Con tiempo y dedicación es posible, pero un cambio drástico no es aconsejable”, sostiene.
Mientras tanto, deportistas de renombre, científicos, músicos, escritores y actores declaran su opción por este estilo de vida sano y ético, como lo define una página de Facebook dedicada a relevar casos de personas sobresalientes en su medio que optaron por el veganismo ( http://www.facebook.com/pages/Veganos-Famosos/115790561813423 ).
Lo cierto es que cada cual tiene derecho a elegir cómo vestirse o comer de acuerdo con sus pensamientos. Y encontrar el propio modo de hacer efectivo el viejo lema: “Que el alimento sea tu medicina”.
CLAVES DEL MENÚ VEGGIE
Lo que no puede faltar
La vitamina B12 se encuentra en las algas, el miso (fermento de soja combinada con arroz). También está en la levadura de cerveza.
Los veganos deberían consumir algas (para cubrir minerales), semillas (aportan proteínas y ácidos grasos), cereales en forma rotativa (avena, centeno, maíz, quinua, arroz, amaranto, mijo, no sólo trigo) y legumbres de todo tipo.
Silvina Beccar Varela
Fuente: La Nación