lunes, 20 de agosto de 2012

LAS EDADES DEL HOMBRES: La vivienda troglodita



Si hay un elemento singular e identitario de ambas comarcas, Guadix y Baza, es el hábitat troglodita, el cual, presenta una elevada densidad y ejemplaridad como tipología de vivienda que se mantiene actualmente habitada, en contraposición a otras partes de nuestro país o región. De hecho, los viajeros ingleses románticos decimonónicos así lo percibían en sus relatos, cuando la señalaban como un elemento pintoresco, "chocante", singular y definidor de esta tierra (López-Burgos 2000). Este hábitat, propio de una sociedad muy arraigada a la tierra, fruto de la mezcla de varias culturas y períodos históricos, presenta una notable riqueza plástica en sus formas, aprovechando y adaptándose a un medio físico peculiar, por lo que merece ser entendido como paisaje cultural a preservar. Por tanto, el vivir en una cueva, tanto actualmente como en otros tiempos, no es sinónimo de pobreza ni de chabolismo. Así lo reconoce la profesora M. Urdiales (1987: 166) la cual le asigna características propias, como su arraigo y continuidad histórica, impropia de las chabolas; y su preferente localización en el mundo rural, al menos en este territorio, al contrario de las anteriores, ubicadas en las ciudades, en el cinturón urbano, y con un origen capitalista, donde se asientan clases miserables y explotadas.

Totalmente integrado en el medio natural, emplea las arcillas, margas, yesos y conglomerados fácilmenteexcavables. Su trama urbana se adapta a la topografía abarrancada de las laderas, utilizando las ramblas como vías de acceso, y excavando la cueva en las paredes del barranco. En la rambla confluyen un conjunto interrelacionado de placetas de cuevas donde se desarrolla la vida del barrio. El hábitat troglodita se puede localizar en todo el núcleo urbano o en su periferia. En estos habitáculos se padecen en menor medida los rigores extremos del clima, tanto el frío invernal como el calor estival, manteniendo una temperatura constante durante todo el año de 19ºC aproximadamente.

Históricamente hablando, ya en época medieval existían asentamientos trogloditas, tanto en la Hoya de Guadix, como en la de Baza, ubicados en laderas abruptas, poseyendo también funciones defensivas y de refugio. Se corresponden con las cuevas, abandonadas actualmente, que los lugareños denominan "covarrones de moros". Para M. Bertrand (1990: 51), "la brusca aparición y la complejidad de este tipo de hábitat, sin antecedentes en la región, el pequeño número de los ejemplares y los paralelos actualmente conocidos hacen pensar que se puede tratar de transferencias de modelos elaborados en el sur del Magreb". Pero la aparición de las cuevas, tal y como las conocemos, no se producirá hasta el siglo XVI. Según C. Asenjo (1983), tras la conquista castellana, la aparición de una clase marginal musulmana, será el factor determinante del origen de las cuevas del periodo moderno. Hubo cierta connivencia entre la autoridad local y los moriscos para eludir su expulsión o para retornar, entre otros motivos, por la laboriosidad de tales gentes y por el quebranto que suponía para la agricultura su exilio (Barrios 1989: 226). Estos barrios trogloditas se situaron al margen de la ciudad católica contrarreformista, de las parroquias y conventos barrocos, y de las reglas urbanísticas imperantes. Ahora bien, no es hasta el siglo XIX y primera mitad del XX cuando se produce el desarrollo del hábitat cuevero. Las sucesivas desamortizaciones, junto a las épocas de sequía especialmente intensas en el Levante peninsular, generaron en nuestras comarcas una fuerte inmigración. "Los jornaleros se concentraban en las afueras de los núcleos urbanos, sin que hubiera ni tiempo, ni dinero para edificar casas, imponiéndose la cueva como solución" (González 1981: 2).

Aunque existe mano de obra especializada, los maestros de pico, generalmente era la misma familia que después ocuparía la cueva, la que realizaba el trabajo. Hay que tener en cuenta que el picador va trabajando prácticamente a ciegas, pues no sabe lo que se va a encontrar detrás del paramento que está picando. Para guiarse y no aparecer dentro de otra cueva, va fijándose en el sonido que produce con su pico al hincarlo en la tierra. Su excavación no resulta penosa, pues "la arcilla se deja cortar con facilidad, pero después se endurece por la acción del aire" (Asenjo 1983). Dicho material también reduce la existencia de humedades, debido a su impermeabilidad. La primera labor era realizar un pequeño desmonte en la cara del cerro, produciendo un corte vertical que será la fachada; aplanándose delante de ésta el terreno para formar una placeta o era y contribuir así a allanar el terreno de estas paredes acantiladas donde usualmente se construían las cuevas. A continuación se excava un gran túnel en profundidad, aprovechando los niveles litológicos más coherentes como techo, al cual, se le daba forma cimbreada, abovedada o arqueada buscando un mejor comportamiento estructural y así evitar posibles derrumbamientos, e incluso se reforzaba con viguetas de madera empotradas en el terreno o en los muros. En ocasiones, el techo de la cueva inferior es usado como terraza por la que se encuentra en el nivel superior (Ascaso 1991: 166). En el centro de la fachada se trazaba la puerta de entrada y en uno de los laterales un pequeño hueco o vano. Por tanto, los huecos son pocos y de pequeñas dimensiones. Es característica también la chimenea, raras veces ausente, construida en piedra, de forma troncocónica y encalada, integrándose perfectamente en el paisaje. En el rellano que antecedía a la entrada se solían instalar tinaos de esparto, aleros de ramas o tejas, que preservaran la fachada de las inclemencias meteorológicas. La fachada solía encalarse, al igual que las paredes del interior, las cuales, presentan una textura tosca y rugosa procedente tanto del modo de ejecución como de la propia estructura del terreno, aunque las sucesivas manos de cal las disimulan en parte; al mismo tiempo este encalado genera una acción desinfectante. La cueva era una construcción nunca terminada, susceptible de ampliación mediante la excavación de nuevas habitaciones, si las necesidades familiares lo requerían.

Por otra parte, la elaboración de la vivienda troglodita no dispone de un plano previo, ya que, entre otras razones, está obligada a adaptarse a las características geológicas del terreno. Aún así, se puede establecer con carácter genérico un esquema de distribución de la cueva. Hay que señalar la placeta como el primer espacio que se encuentra en una cueva, y como primordial para entender la vida familiar cotidiana en las cuevas. "La placeta es soporte de vida doméstica, exterior, por tanto una extensión de la vivienda o la vivienda misma" que provoca la mezcla y la unión de "lo privado con lo público o cuando menos desfigurándose sus fronteras" (Alcón 1989: 24). "En algunas cuevas, también aparece un porche cubierto con teja o uralita, y en otros casos con ramas y barro" (Lasaosa et al. 1989, II: 202). El primer compartimento interior, es también primordial, utilizado tanto de cocina, como lugar donde la familia hace la vida en común. Cuando la habitación de entrada no corresponde a la cocina, ésta se sitúa en uno de los laterales. Junto a la cocina suele estar la despensa. El resto de las habitaciones, la mayoría de las cuevas disponen de cuatro a seis, según las posibilidades que proporcione el cerro, funcionan como dormitorios, dispuestos unos a continuación de otros, de forma radial, correspondiéndose, por tanto, con los espacios mas resguardados, tanto de la luz como de la temperatura exterior, y por esto, los mas utilizados para el descanso. Las habitaciones son cada vez más pequeñas conforme nos adentramos en el interior de la cueva, existiendo también nichos o enreos que son usados como armarios. El paso de una habitación a otra se hace por medio de huecos rematados por arcos de medio punto excavados en los muros de carga.
 
Diferentes esquemas de distribución interior en cueva. Elaboración propia.
 
Fachada de vivienda troglodita en La Teja, Cortes de Baza.

Fachada de vivienda troglodita en Beas de Guadix.

Fachada de vivienda troglodita en Fonelas.

Interiores en Dehesas de Guadix.

Porche con cubierta vegetal en Dehesas de Guadix.
Además de la vivienda existen otros usos tan llamativos como lugar religioso o ermita, habitáculo para nichos, jaraíz o bodegas para el vino , majadas o refugios de pastor, o incluso palacete de la burguesía local.

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