jueves, 15 de noviembre de 2012

Una sociedad tolerante y solidaria es posible



Por Béatrice Delvaux
El recién presidente electo y sus homólogos europeos comparten desafío, según el director de Le Soir: demostrar que una sociedad tolerante y solidaria es aún posible.
Los estadounidenses han (re)elegido el pasado martes a un presidente que les propone una sociedad tolerante y solidaria.
Una sociedad sobre la cual los europeos han construido su modelo durante décadas y cuya paternidad reclaman. Hoy, por un curioso capricho del destino, ambos campos deben librar la misma batalla y enfrentarse a un mismo desafío: demostrar que este proyecto de sociedad es realista y aún se está a tiempo de llevarlo a cabo.
El presidente estadounidense deberá esmerarse para imponer dicha solidaridad a buena parte de la sociedad del país, contraria a la existencia de una cobertura social institucionalizada para todos y más favorable a la meritocracia. Los europeos, por su parte, van a tener que espabilarse para mantener su sistema de seguridad social universal, cuyas modalidades varían de país a país.
A Obama y a los líderes europeos les conviene pues aunar fuerzas y reflexionar conjuntamente para encontrar el modo de preservar su proyecto político: una sociedad solidaria donde, como dice Obama, todo el mundo tiene una oportunidad, independientemente de que sea rico o pobre, negro o blanco, enfermo o sano, homosexual o heterosexual.
Además, también se enfrentan a enemigos comunes: déficits presupuestarios abismales, una crisis económica profunda y estructural, la “romneyzación” de nuestra sociedad.
El individualismo, alimentado por la crisis económica, tiene la misma cara a ambos lados del Atlántico, y genera una suerte de selección en la asignación de “ventajas” sociales, entre los que las merecen (trabajadores) y el resto (los “dependientes”).
¿De qué tipo de solidaridad hablamos? ¿Disponemos de los medios para materializar esta generosidad? ¿Cómo modularla para hacerla que rinda un provecho? ¿Cuál, de los Obama o Romney europeos, ganará la partida? ¿Podemos creer por otro lado, tal y como proclamaba Obama, que todavía se pueden alcanzar los acuerdos necesarios para que la sociedad progrese, sin dejarnos cegar por el optimismo? He aquí el verdadero dilema del momento.
La buena noticia es que, desde el martes, los europeos no son los únicos en creerlo y en deber encontrar la solución.
Béatrice Delvaux
Fuente: Le Soir Bruselas-Presseurope

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